EL
PRÍNCIPE DE MAQUIAVELO
Nos queda ahora por ver cuáles deben
ser el comportamiento y gobierno de un príncipe con súbditos y amigos. Y como
sé que muchos han escrito sobre esto, temo, al escribir yo también sobre ello,
ser tenido por presuntuoso, máxime al alejarme, hablando de esta materia, de
los métodos seguidos por los demás. Pero siendo mi intención escribir algo útil
para quien lo lea, me ha parecido más conveniente buscar la verdadera realidad
de las cosas que la simple imaginación de las mismas. Y muchos se han imaginado
repúblicas y principados que nunca se han visto ni se ha sabido que existieran
realmente; porque hay tanta diferencia de cómo se vive a cómo se debe vivir,
que quien deja lo que se hace por lo que se debería hacer, aprende más bien su
ruina que su salvación: porque un hombre que quiera en todo hacer profesión de
bueno fracasará necesariamente entre tantos que no lo son. De donde le es
necesario al príncipe que quiera seguir siéndolo aprender a poder no ser bueno
y utilizar o no este conocimiento según lo necesite.
Dejando por lo tanto de lado todo lo
imaginado acerca de un príncipe y razonando sobre lo que es la realidad, digo
que todos los hombres, cuando se habla de ellos —y sobre todo los príncipes por
su situación preeminente—, son juzgados por alguna de estas cualidades que les
acarrean o censura o alabanza: y así, uno es tenido por liberal, otro por
mezquino (usando un término toscano, ya que «avaro», en nuestra lengua es aquel
que desea poseer por rapiña, mientras llamamos «mezquino» al que se abstiene en
demasía de utilizar lo propio); uno es considerado generoso, otro rapaz; uno
cruel, otro compasivo; uno desleal, otro fiel; uno afeminado y pusilánime, otro
feroz y atrevido; uno humano, otro soberbio; uno lascivo, otro casto; uno
recto, otro astuto, uno duro, otro flexible; uno ponderado, otro frívolo; uno
religioso, otro incrédulo y así sucesivamente. Y yo sé que todos admitirán que
sería muy encomiable que en un príncipe se reunieran, de todas las cualidades
mencionadas, aquéllas que se consideran como buenas; pero puesto que no se
pueden tener todas ni observarlas plenamente, ya que las cosas de este mundo no
lo consienten, tiene que ser tan prudente que sepa evitar la infamia de
aquellos vicios que le arrebatarían el estado y guardarse, si le es posible, de
aquéllos que no se lo quiten; pero si no fuera así que incurra en ellos con
pocos miramientos. Y aún más que no se preocupe de caer en la infamia de
aquellos vicios sin los cuales difícilmente podría salvar el estado, porque si
consideramos todo cuidadosamente, encontraremos algo que parecerá virtud, pero
que si lo siguiese sería su ruina y algo que parecerá vicio pero que,
siguiéndolo, le proporcionará la seguridad y el bienestar propio."
(Maquiavelo, Nicolás. El príncipe. Estudio preliminar de Ana
Martínez Arancón)
ACTIVIDAD
Después de explicar algunas particularidades de Nicolás Maquiavelo se hará la siguiente actividad
1.
¿En qué consiste la visión de Dios en los
humanistas religiosos?
2.
¿Cómo ubicas en tu vida el concepto del libre
albedrío?
3.
¿Va la libertad en contra de la visión
religiosa del hombre y del mundo?
Explica tu punto de vista.
4.
¿Por qué los humanistas fueron importantes
para el Renacimiento?
5.
Explica el siguiente texto a la luz del
renacimiento y relacionándolo con el mundo contemporáneo: “Sin renunciar a Dios
ni al cielo, el hombre quiere vivir intensamente la vida en la tierra; ya no
quiere ser un peregrino que está de paso por el mundo, sino que quiere
descubrir y conocer el mundo porque quiere vivir en él".
6. Socialización de la actividad
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